Las piernas “rectas” es la normalidad, pero no todos los niños tienen las piernas completamente rectas. Cuando las rodillas se juntan y los pies quedan separados (con forma de “X”) decimos que tienen genu valgo.
A partir de los 1,5-2 años laspiernas de los niños empiezan a “deformarse” en valgo. Es un proceso fisiológico (la palabra médica para decir “normal”). Alcanzan el máximo de valgo a los 3 años y desde ese momento al crecer se van poniendo rectas. Un mínimo de desviación desde la posición de “recto” es normal.
La sensación al verles es que las rodillas se juntan, chocan al caminar y se rozan los muslos. Y los tobillos quedan separados, aumentando la percepción de pies planos.
La evolución normal a un valgo máximo de la edad de los 3 años es hacia la normalidad, le pongamos plantillas, botas, barras o romero bajo la almohada. Así que ya no tratamos con ortesis ni plantillas el genu valgo de un niño de 3 años. Se va a corregir solo.
El genu valgo en la adolescencia o preadolescencia ya no se va a corregir solo. La pregunta es: ¿es necesario corregirlo?
¿Por qué hay que corregir el genu valgo?
Las piernas son las “columnas” que sujetan el cuerpo. Si están rectas son biomecánicamente mejor. Para entenderlo vamos a introducir el concepto de eje mecánico de carga de las extremidades. Es tan simple como una línea que va desde el centro de la cadera al centro del tobillo. Nos fijaremos en cómo pasa esa línea el centro de la rodilla. Si está centrada tendremos carga centrada. Si el eje pasa por la parte externa de la rodilla, sobrecargaremos la parte externa de la rodilla. En el genu valgo, este eje mecánico pasa por la parte lateral.
Puedes pensar en los neumáticos de un coche. Si están bien centrados duran más que si van desgastando por un lado.
Así que primera razón: prevenir artrosis.
Segunda razón: si tenemos algo de carne en los muslos, rozan al caminar. Para compensar, los niños tienden a compensar “circundeando” la pierna en la marcha, en vez de progresar recto. Esto resta agilidad en la marcha y la carrera.
Tercera razón: la rótula no trabaja “recta” en la rodilla en valgo. Aumenta la presión en cara externa (favorece desgaste y artrosis femoropatelar). En pacientes con inestabilidad de rótula es un factor más que desestabiliza la rótula.
Cuarta razón: por estética. Me gusta ser sincero en la consulta. Es una razón que me han dado en alguna ocasión. Lo mejor es no mentirse.
¿Si las rodillas están juntas y los pies separados es genu valgo?
Exacto, pero hay que explorarlo bien. En adolescentes con muslos gruesos, la carne en la parte interna no deja juntar bien las rodillas. Los tobillos, al ser más estrechos dan la sensación de estar separados. Si comprimimos “las carnes” de la cara medial de la rodilla al apretar una rodilla contra la otra veremos la separación real de los tobillos. Tal vez no sea tanta.
¿Cómo se mide?
En la consulta usamos una medida clínica, que es la distancia entre los dos tobillos en bipedestación y con las rodillas juntas. Cuidado esta medida en los gorditos, puede falsear a más.
Con el móvil, uso ahora una app que mide ángulos sobre una foto. Con permiso de los padres, hago una foto con el niño bien colocado con las rótulas mirando al frente y con el foco de la cámara a la altura de las rodillas. Solo sale del ombligo a los pies. Enseño a los padres la técnica de hacer la foto, porque se puede hacer el seguimiento comparando fotos con la misma técnica separadas 6-12 meses. Si son de lejos, se puede hacer seguimiento así por teleconsulta. Sobre la imagen trazo una línea centrada en el muslo y otra centrada en la tibia, cruzándose en la rótula. Mido de este modo el ángulo femorotibial clínico.
Si tiene un rango que hace pensar en una posible intervención, les pido una radiografía de las piernas. Esa radiografía es una radiografía especial que se hace solapando imágenes de una radiografía de frente de caderas, rodillas y tobillos con el paciente de pie. Sobre esa radiografía mido el eje mecánico de la extremidad, la deformidad que corresponde al fémur y la deformidad que corresponde a tibia.
¿En qué casos se corrige?
Nos planteamos corregirlo cuando excede la desviación estándar de la “normalidad”. Es decir, cuando puede suponer un problema mecánico para la rodilla. Según pase el eje de separado del centro de la rodilla plantearemos con más o menos necesidad la corrección. Dividimos la zona por donde pase el eje de la rodilla en I, II y III. Los III se operan, los I no. Los II según se valoran individualemente.
¿Cómo se corrige?
Las ortesis NO valen. El uso de plantillas o botas especiales para corrección del genu valgo no están refrendadas por la ciencia actual.
En niños en crecimiento podemos guiar su crecimiento restante. Al igual que unos braquets en los dientes van colocándoles a lo largo de los meses, los “braquets” que ponemos en la rodilla, van poniéndola recta en un plazo de 10-18 meses (según magnitud de la deformidad y velocidad de crecimiento). Esta técnica se puede hacer de manera reversible (placas de hemiepifisiodesis) o de manera irreversible (hemiepifisiodesis definitiva).
En pacientes ya maduros, donde el crecimiento restante no nos permite hacer técnicas de crecimiento guiado, tenemos que hacer una cirugía correctora algo más grande mediante una osteotomía (cortar el hueso, girarlo a su sitio y fijarlo con placa y tornillos). Es francamente mucho más lío que hacer el crecimiento guiado, por eso mejor corregir esto en preadolescencia, en torno al pico de crecimiento.
¿Cuándo está corregido?
Cuando el eje mecánico (una línea imaginaria entre el centro de la cadera y el tobillo) pasa por el centro de la rodilla. En pacientes cerca del final del crecimiento, se mantendrá corregido. En pacientes menores de 10 años tenemos previsto un efecto rebote. Es decir, el seguimiento es más importante por si vuelve a su posición previa.
Una vez que el niño finaliza su crecimiento ya no cambia la posición de las rodillas. Es decir, la corrección que hayamos conseguido se mantendrá.