Literalmente la escoliosis de los adolescentes. No duele y casi ni se nota. Pero míratelo por que a veces progresa.
Es una escoliosis de esas que llamamos “idiopática”, que en idioma médico significa: no-tengo-ni-idea-de-porqué-ocurre. Sin embargo ocurre de la misma manera en la misma edad en todos los países.
La espalda tiene una curva como una “S” cuando se ve de frente en una radiografía. En carne y hueso no se ve tan fácilmente. Mira el post de “escoliosis” para entender qué es una escoliosis.
Se produce en torno a la primera regla. No duele, no se nota al principio. No es culpa de mamá ni de la niña. Digo niña porque ocurre mayoritariamente en niñas (10 niñas por cada niño con curvas grandes). Casi siempre se tuerce la espalda de la misma manera, que es con una curva a la derecha arriba y una contracurva a la izquierda abajo.
Para intentar pillar una escoliosis se hace una prueba en la que el médico pide al niño que se doble como haciendo estiramientos de tocarse los pies con las manos. Le llamamos test de Adams a eso. Nos da igual que llegues a los pies o no, lo que miramos es como de “tangente” tu columna para ver si hay un bulto en la espalda. Ese bulto se llama giba y es realmente el bulto que hacen las costillas por culpa de la rotación que hablamos en el post de “escoliosis”.
Se puede medir la giba, con el mismo nivel que viene en las app de los teléfonos móviles. El bulto de la espalda (la giba) nos indica la rotación de la columna y es una cifra que nos habla de lo girado que está el tórax: lo hacia delante del pecho izquierdo y lo hacia atrás de la escápula derecha. Pero esa medida no es la magnitud de la curva. La giba tendrá entre 3º y 10º en la mayoría de los casos. En cambio, la radiografía de columna medirá la profundidad de la curva, de la “S” que habíamos dicho (si es una S muy abierta o muy cerrada).
En la radiografía de columna veremos una columna “como un palo” o “como una S”. Si somos capaces de ver claramente esa “S” es que tenemos una escoliosis. El médico medirá la radiografía y nos dirá un número de grados que tienen la curva. Por ejemplo, un caso muy frecuente sería encontrarnos con una giba torácica derecha de 5º en el test de Adams y unas curvas en la radiografía de 16º en la curva torácica y 14º en la curva lumbar.
Aquí empieza la guerra de los números. No es que sean cifras absolutas, pero sirven como guía para tomar decisiones: de los 0-10º no tiene entidad suficiente para llamarlo escoliosis. De los 10-25º podemos aguantar a la curva sin hacer nada. De los 25-50º ya se va tornando serio y conviene poner un corsé. Por encima de 50º podemos empezar a hablar de cirugía. Hay un ingrediente necesario para tomar decisiones tales como 25ºà corsé; o 50º à cirugía. Es la edad o más bien el desarrollo óseo, ya que todos sabéis que hay chicas con la regla con 10 años y otras que les viene con 15 años. En la radiografía miraremos cómo están de maduros los huesos. Cuanto más joven el paciente menos nos gusta la curva, es decir, 24º en una niña que aún no tiene la regla me preocupan más que 24º en una niña que hace 2 años de su primera regla.
El siguiente caballo de batalla es el qué hago una vez que me han dicho que mi hija tiene escoliosis del adolescente. No hay terapia que haya demostrado que quite grados a una escoliosis. No hay deporte mejor que otro. Puedes pensar que los deportes asimétricos (golf, tenis,…) sean peor que los simétricos (natación, gimnasia deportiva,…). Sin embargo existen series que han encontrado más escoliosis en nadadoras y gimnastas que en deportes asimétricos.
Lo que hay claro meridiano al respecto es que el corsé, si funciona, te deja sin aumentar grados pero no te quita los que ya tienes y que la cirugía reduce grados (pero a un precio considerable, que es fijar niveles vertebrales, es decir, dejar tieso un segmento de la columna).