El hueso se rompe como se rompe una rama verde cuando la intentamos chascar. Se parte un poco pero no termina de romperse.
Cuando forzamos un hueso “por la mitad” como si intentamos chascar una rama, estamos haciendo realmente una fuerza de compresión en el lado cóncavo. Y por el contrario, hacemos fuerza en distracción (en separación) en el lado convexo. De este modo, se separa la zona del lado largo de la curva, pero no la parte del lado corto de la curva.
De hecho, la parte que no llega a romperse del todo se comporta un poco como la deformidad plástica y se queda con cierta memoria en esa posición. Tenemos que hacer una maniobra de reducción para recolocar el hueso y devolverle su posición “recta”.
Estas fracturas consolidan bien y no tienen riesgo de alterar el crecimiento (por que no pasan por la zona de crecimiento). Pero hay que reducirlas bien, forzando pasar hacia el lado contrario de la deformidad hasta escuchar incluso el “crack” de romper el lado que quedaba sin romper. De este modo, en posición de hueso recto se debe escayolar. Sobre la escayola marcaremos los apoyos que nos mantengan la reducción.